La
Resurrección de Señor, es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe.
Jesús, que murió en la cruz, ha triunfado de la muerte, del poder de las
tinieblas, del dolor y de la angustia. El mundo había quedado en tinieblas y la
Resurrección es la gran Luz para todos: Yo
soy la luz del mundo, había dicho Jesús; luz para el mundo en para cada
época y momento de la historia, en cada sociedad, para cada hombre. La luz del cirio pascual simboliza a Cristo
resucitado. Es la luz que la Iglesia derrama sobre toda la tierra sumida en
tinieblas.
La Resurrección de Cristo es una fuerte llamada a
cada uno para que portemos esa Luz en cada momento de nuestra vida: debemos ser
luz también para los demás. Eso significará que Cristo está en nosotros; que también
alumbra este mundo en nosotros y a través de nosotros.
Esa es
nuestra misión en este mundo proclamar la Realeza de Cristo en todos los
lugares, tiempos, circunstancias y encrucijadas de la tierra. Y ll proclamamos
con María Madre de Jesús resucitado de entre los muertos, con la que deseamos vivir
muy unidos este “tiempo pascual:
“Alégrate
Reina del Cielo, ¡aleluya!, porque Aquél a quien mereciste llevar dentro de ti
ha resucitado”.
¡En verdad ha resucitado el Señor, aleluya!
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